Extracto:Analiza la evolución del dólar en 2025 y descubre su impacto en la economía latinoamericana, las monedas locales y las perspectivas de crecimiento regional.

En lo que va del año, el dólar estadounidense (USD) ha experimentado movimientos que reflejan una combinación de factores domésticos en EE.UU. y de carácter global. Si bien ha mostrado cierta debilidad frente a varias monedas emergentes —como se observa en el análisis regional—, su papel como moneda de reserva y vehículo de refugio sigue siendo relevante. Entre los elementos que están empujando o frenando su valor destacan: la política monetaria del Federal Reserve (Fed), las perspectivas de inflación en EE.UU., la demanda de activos en dólares como refugio ante incertidumbre internacional, y el apetito global por commodities que pueden estar denominados o medidos en dólares.
Por un lado, si la Fed mantiene o incluso sube tasas de interés, el dólar tiende a fortalecerse; por el otro, con expectativas de moderación del crecimiento estadounidense, como lo observa información reciente, un debilitamiento del dólar puede tomar cuerpo. Este tira y afloja genera un entorno de volatilidad. Para Latinoamérica, estas dinámicas son especialmente relevantes dado que muchas economías de la región tienen exposición al dólar tanto en deuda como en comercio.
El dólar afecta a la región latinoamericana en múltiples frentes: comercio exterior, importaciones de insumos, endeudamiento externo, remesas y flujos de capital. Un dólar fuerte (es decir, que se aprecia frente a monedas locales) tiende a encarecer las importaciones, aumentar el costo del servicio de la deuda denominada en dólares y puede alimentar inflación importada en economías con alta apertura comercial. Sin embargo, también puede beneficiar a países exportadores de materias primas porque sus ingresos en dólares compran más moneda local, lo cual puede aliviar cierta presión cambiaria.
Además, existen efectos indirectos. Por ejemplo, si el dólar se fortalece como activo refugio, los capitales pueden fluir hacia EE.UU. y salir de mercados emergentes, provocando depreciaciones de monedas locales o empujando al alza las tasas de interés domésticas. La publicación del Banco de Pagos Internacionales (BIS) sobre condiciones financieras en Latinoamérica destaca que cuando las monedas locales se aprecian frente al dólar, las condiciones financieras se aflojan; lo contrario también es cierto: una depreciación rápida genera presión monetaria. En suma, la evolución del dólar funciona como una fuerza estructural que condiciona muchas políticas en la región.
En la práctica, los países de Latinoamérica muestran una respuesta variada. Por ejemplo, algunos países con monedas más débiles se han visto obligados a subir tasas de interés para contener la depreciación frente al dólar o para frenar la inflación importada. Otros, con márgenes más amplios, han aprovechado un dólar moderado para relajar ciertas condiciones financieras. Según un análisis reciente de la región, muchas monedas locales han ganado terreno frente al dólar en 2025, aunque esto responde más a debilidad relativa del dólar que a fortaleza local genuina. Un ejemplo: la exposición al dólar y al comercio externo impulsa a que economías como la de Perú puedan mostrarse relativamente estables en medio de la volatilidad regional. En tanto, países con endeudamiento en dólares o déficits externos más sensibles deben vigilar con atención los movimientos del billete verde.
Mirando hacia adelante, el panorama sugiere una fuerte interconexión entre la política monetaria del dólar en EE.UU., la trayectoria del crecimiento global y los movimientos de capitales. Si la Fed mantiene tasas altas por más tiempo, el dólar podría revalorizarse, lo que implicaría mayores presiones para los países latinoamericanos con monedas vulnerables. Por otra parte, si el crecimiento estadounidense se modera o la inflación retrocede más rápido de lo esperado, el dólar podría debilitarse, generando cierto alivio para las importaciones y deuda externa, pero también reduciendo los ingresos por exportaciones denominadas en dólares.
Para la región, esto se traduce en varios escenarios:
Dólar fuerte + crecimiento global débil → la región podría enfrentar depreciaciones, inflación importada y mayores costos de financiamiento externo.
Dólar estable o moderadamente fuerte + crecimiento lento → ajustes graduales, política monetaria cauta, necesidad de reformas estructurales.
Dólar algo débil + mejora del contexto global → mayor alivio para la región, mejores términos de intercambio y margen para políticas expansivas.
Las implicaciones prácticas para Latinoamérica son claras: las autoridades monetarias deben seguir de cerca no solo sus propias variables domésticas (inflación, deuda, tipo de cambio) sino también las condiciones internacionales. La diversificación de monedas, el manejo del endeudamiento en dólares y una estrategia de comercio exterior más resiliente son elementos clave. Como señala un análisis de The Dialogue, “aunque un dólar fuerte puede ser beneficioso para exportadores, no lo es tanto para consumidores o países muy importadores” en la región.
Los responsables de política en la región deben estar atentos a tres elementos prioritarios: (a) la trayectoria de la tasa de interés de la Fed y los mensajes de sus reuniones, (b) los flujos de capital hacia o desde los mercados emergentes, que pueden cambiar abruptamente y afectar monedas locales, y (c) el equilibrio fiscal y entorno externo de cada país que determine cuán expuesto está al dólar. En un mundo donde el dólar sigue siendo dominante como moneda de reserva, como muestran los datos de composición de reservas mundiales, la región no está exenta de impactos. Los países que logren fortalecer sus fundamentos —reservas internacionales, bajo endeudamiento en moneda extranjera, crecimiento diversificado— tendrán mejor margen de maniobra ante oscilaciones del dólar.
El dólar continúa siendo un vector clave para entender el camino económico de Latinoamérica en 2025. Su valor, históricamente, marca tanto oportunidades como retos para la región. Si bien algunas monedas locales han adelantado una fase de apreciación relativa frente al dólar, no deben descuidarse los condicionantes externos. Las economías latinoamericanas que conjuguen políticas internas sólidas con vigilancia del entorno global tendrán mayores probabilidades de capear la volatilidad que provee el dólar.


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